MI VISIÓN DE EUROVISION

Columna de opinión basada en la pasión que siento por el concurso, aderezada con unas gotitas de ironía, una pizca de acidez y puñados de diversión, que se actualizará diariamente abordando desde los temas de más rabiosa actualidad en el micromundo del Certamen Europeo, hasta los momentos inolvidables de la historia del Festival de la Canción.

15 febrero 2014

ESPAÑA 1980


Buenas tardes de nuevo queridos eurolectores,

Vengo con un tema muy eróticofestivo debajo del brazo. Una de las representaciones españolas que pasan más inadvertidas para el eurofan medio que no sale del Dime, Eres tú, Vuelve conmigo o Bailar Pegados.

Yo con mi peculiar ranciedad y amante de lo singular; hoy reafirmo mi amor por Quédate esta noche, o como rotulaban los neerlandeses en el año 1980, Que data esta noche. La pobre canción datar lo que se dice datar, dató poco en la edición que celebraba las bodas de plata el concurso, y sumar menos aún porque recopiló 38 míseros puntos.

De ese dato numérico, 36 puntos se los dieron los primeros seis países en conceder sus votos. Por orden de aparición: Austria 4, Turquía 7, Grecia 8, Luxemburgo 6, Marruecos 5, Italia 6... y luego nos dejaron de calificar los siete países restantes para que Portugal nos calzara los 2 puntos que remataban la faena, tras lo cual nos quedamos como estábamos hasta que Johnny Logan levantó su primer premio de los tres que obtuvo. 


España actuó penúltima, tras la ganadora Irlanda en el puesto 17º y con la hortera y freak Bélgica en el 19º cantando Euro-Vision. La representación española era una de las favoritas en segunda línea, si bien las grandes aspirantes a vencer eran la alemana Katja Ebstein con Theather (que ya analicé) y la suiza Paola del Médico con Cinemá. Muy artístico todo hasta que llegó el niño australiano a tocar los cataplines al viejo continente.

Pero a pesar de su condición de fuerte rival y el apoteósico comienzo en el proceso de recuento de votos, la candidatura fue desinflándose según iba siendo olvidada por los jurados para acabar duodécima en una edición en la que era muy fácil hacerse un Top 10 por el horrendo nivel de las propuestas donde se salvaban cuatro o cinco representaciones.


De forma interna fue seleccionado el trío vasco por RTVE. Un conjunto formado por Patricia Fernández, Luis Carlos Gil (el del bigote) e Iñaki de Pablo (el que no lo llevaba). La formación del norte no era la original, pues había nacido en 1975 con Amaia Saizar como fémina principal hasta que se marchó en 1979 y la reemplazó Patricia. 

El grupo se consolidó en 1977, cuando casi ganan el Festival de la OTI con Rómpeme Mátame. Después de esto vinieron éxitos como María Magadalena. Y tras el festival siguieron haciendo carrera durante unos años, especialmente en tierras latinoamericanas.

Con un estilismo de gala con esmóquines en su versión de americana blanca para ellos, y un vestido de raso azul eléctrico para ella que era creación de Jesús del Pozo, dieron una lección de buen gusto aderezada con un toque picante. La artista además llevaba guantes negros al estilo Gilda y perlas en collar y pulsera, mientras iba cubierta con una chaquetita a modo de chal en azul y negro a juego con el conjunto y de lentejuelas, que le duro menos puesto que quitado, como también le sucedió a Doris Dragovich en 1999. 

Curiosa es la anécdota que cuenta la artista hija del futbolista Pahiño, que se sentía una joven con mucha ilusiones pero también con muchos miedos, y esas sensaciones se vislumbraban en las pruebas de vestuario, donde el diseñador le decía con toda la complicidad del mundo: "¡¡¡Niña, no te muevas tanto que cada una que se cae al suelo son 100 pesetas, y se van a cabrear los de TVE que tienen que pagar!" 


A pesar de que el trío y sobre todo la interpretación parecían cumplir todas las acepciones de la palabra por el modo en que se miraban y la energía que corría entre sus integrantes, nos dejaba entre ver con la letra de su canción que cuando una pareja discute la mejor forma que tiene de arreglarlo es el catre, y es que lo mejor de una pelea es siempre la reconciliación... Pero este mensaje no convenció lo suficiente para que los rancios jurados anclados en los sesentas que decidían en un festival que se hacía libre, actual y sin etiquetas a principios de los ochentas.

Al fin y al cabo el resultado es lo de menos y su actuación perdurará para siempre como un ejemplo de cómo brillar en tres minutos y hacer las cosas como se deben hacer. Porque tal cual ha comentado la cantante: "Cuando un artista pisa el escenario ha de creer en lo que canta, o sino mejor que no se suba". Y esto es así, sin pelos en la lengua, el grupo demostró su poderío y su raza, fueron a por todas y aunque no alzaron el premio, consiguieron dejar el pabellón español muy alto luciendo los colores de la bandera española en La Haya, como debía ser.

Eurobesos para todos. Mañana toca que creamos con Rusia 2008 y despertemos la naturaleza salvaje que llevamos en nuestro interior con Suecia 1996.

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