MI VISIÓN DE EUROVISION

Columna de opinión basada en la pasión que siento por el concurso, aderezada con unas gotitas de ironía, una pizca de acidez y puñados de diversión, que se actualizará diariamente abordando desde los temas de más rabiosa actualidad en el micromundo del Certamen Europeo, hasta los momentos inolvidables de la historia del Festival de la Canción.

11 marzo 2014

SUECIA 1998


Buenos días queridos eurolectores,

Hoy 11 de marzo, que es un día muy triste porque se cumplen diez años de la masacre que hubo con los atentados islamistas de Madrid, os voy a hablar la canción que ocupa el puesto número 11 de mi top 100, un tema que es extremadamente especial para mí, por los recuerdos que me trae, por la persona que me viene a la memoria al escucharlo y por el mensaje que hay en el interior de su letra.

Y es que el contenido de esta bella melodía de manufactura sueca dice que el amor existe (Kärleken är). La magnífica Jill Johnson, nacida en 1973 en la ciudad de Ängelholm, nos cuenta al cantarnos la letra que el amor brilla de forma especial en muchos aspectos de la vida como un ángel, como el sol, como las estrellas del cielo; lo que poca gente sabe es que la obra está inspirada en Diana de Gales (Lady Di), la cual había fallecido unos meses antes, concretamente el 31 de agosto de 1997. La pieza fue compuesta por Hakan Almqvist y Bobby Ljunggren con Ingela "Pling" Forsman como autora de la letra.

La televisión sueca celebraba como cada año su selección para Eurovision basada en un propio festival nacional denominado Melodifestivalen, que por aquel entonces constaba de una única gala en la que diez canciones se jugaban la victoria, pasando un primer corte que las reducía a cinco para que posteriormente votaran los once jurados regionales que estuvieron vigentes hasta hace poco tiempo.

Jill actuó en décima posición y venció de calle con 72 puntos totales de 80 posibles. Ese año Nanne Gronvall fue cuarta con el tema Avundsjuk (Celosa) vestida de vampiresa. 


Y hablando de estilismos, para la noche del certamen, el 9 de mayo de 1998, y tras haber salido espléndida en el Melodifestivalen y en el bonito videoclip que jugaba con una paloma blanca en un edificio en ruinas por el que se pasea la artista; salió al escenario vestida de la viuda negra con un blusón de encaje y pantalones de terciopelo, una especie de bata de tul y unos andamios por zapatos que la hacían parecer más transexual que a la propia Dana Internacional. Se convirtió en una caballona ordinaria dejando a un lado la virginal y angelical finura que le conferían los tonos azul pastel y perla.

Vocalmente tampoco estuvo perfecta, o por menos no lució al nivel de como lo hizo en el festival de melodías del 15 de marzo. Y el coro tampoco brilló debido a que sonaba muy bajo y parecía como desganado a pesar de las caras de concentración que mostraban.


Contando con la suerte de actuar en el puesto 19 de 25 en un escenario iluminado con malvas y amarillos ocre, y con la cola de la ballena acechando tras la solista, no alcanzó la posición que merecía la canción presentada a concurso porque la estética y el directo fueron desacertados y mediocres, lo cual no quita que el tema sea sublime y el show tenga su atractivo viendo a Jill como si fuera una actriz salida de una peli de Almodovar.


La décima plaza que logró gracias a los 53 votos que le fueron concediendo, fue para que se diera con un canto en los dientes, ya que hasta el séptimo país en votar, Polonia, no sumó sus primeros 3 puntitos. Luego fue cosechando migajas hasta que del 21 al 25, Finlandia, Noruega, Estonia y Turquía le dieron 30 votos. Sí quedó como lo hizo fue gracias al empujón baltico-escandinavo, que de no haberse producido, hubiera dejado esta joya sumida en el bottom más absoluto.

Lo mismo que la cantante cree que el amor existe, yo lo hago con la eurojusticia divina, que en esta ocasión le dio mucho para todos los errores que hubo.

Eurobesos para todos y mañana da comienzo el TOP 10 con lo más selecto y granado del show europeo por excelencia. ¿Quién sale en décimo puesto? SERBIA 2007. 


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